Que una importante empresa comprara mis suministros químicos dependía de la decisión de un cliente hostil que, además, tenía una reclamación para mi compañía. Después de escuchar su reclamo y tomar atenta nota de todo lo que dijo, le comenté (con sinceridad y reconociendo que, en realidad, él es una autoridad en la materia): “Lo que usted me dice no sólo es un reclamo para la compañía, es también una muy buena retroalimentación, y sobre todo tratándose de una persona con su experiencia”. El cliente cambió de tono, me ayudó a solucionar el problema y llegamos a un acuerdo de negociación.
Tomado de: Soto, G.J.& Restrepo, N.E. Entrenamiento para Vendedores. Colombia: Editorial Norma